Hace unas
semanas se publicaron las cifras sobre el número de cotizantes a la
Seguridad Social en España a principios de año y las cifras no pueden
ser más preocupantes. El número ya baja de los 17 millones, exactamente
hay 16.946.237 cotizantes, de los cuales, 1.690.186 son inmigrantes, es
decir, aproximadamente un 10% del total de cotizantes y tan sólo el 28%
de los inmigrantes totales que hay en España.
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¿Puede un país con más de cinco millones de parados sostener a siete millones de invitados?
Pero
hay que decir que, al ser sus sueldos bastante más bajos que los de los
españoles, la aportación de sus cotizaciones también lo es, así que
realmente no aportan el 10% de los ingresos del sistema, sino bastante
menos. En concreto, según la Encuesta de Población Activa, en España hay
una población activa de algo más de 23 millones de personas, de las que
19,5 millones son españoles y 3,5 millones extranjeros, lo que nos da
que siendo el 15,3% de la población activa, son sólo el 10% de los
cotizantes. Es cierto que los 19,5 millones de españoles incluyen a
inmigrantes nacionalizados, pero ni siquiera así los extranjeros llegan a
ser el porcentaje de los cotizantes que les tocaría según su población.
En
cuanto a los cifras de desempleo, los datos aún son peores, según la
misma EPA del cuarto trimestre del 2011, el paro inmigrante roza el 35%
(más de 1.200.000) algo inaudito en un colectivo que supuestamente viene
a trabajar “donde los españoles no quieren”. En cambio, el paro entre
los españoles es del 20,7%, aunque el porcentaje es especialmente
elevado entre los jóvenes españoles, debido en parte a que la
inmigración ocupa los trabajos que siempre han hecho los jóvenes
autóctonos. En algunos colectivos como el marroquí o el argelino, la
tasa de paro supera el 50% en algunas comunidades.
Los
datos de la declaración de la renta son aún más escandalosos. No hemos
podido encontrar datos de los últimos años de declaración del IRPF
(quizá es que no interesa que se sepan). El último año del que hemos
encontrado datos es del 2007. Más aún a nuestro favor, ya que fue el
último año de buena marcha de la economía, por lo que se supone que es
un año en el que los inmigrantes aportarían mucho en este concepto. Nada
más lejos de la realidad. Tirando muy por lo bajo (ya que es imposible
saber el número real de extranjeros que hay en España) había unos 5,5
millones de inmigrantes por entonces. De ellos, hicieron la declaración
de la renta apenas 885.774, es decir, sólo el 17,7% del total ¿el
motivo? La inmensa mayoría cobra sueldos tan bajos que no llegan al
mínimo necesario para hacer la declaración de la renta. En cambio, ese
año hicieron la declaración 17,8 millones de españoles (el 44% del total
de la población española). No sólo eso, cada español aportó de media un
33% más que un inmigrante. De los españoles, 13 millones tuvieron una
cuota positiva aportando 63.800 millones de euros mientras que los
inmigrantes aportaron apenas 1.560 millones. Es decir, los españoles
aportaron más del 97% de la recaudación y los inmigrantes menos del 3%.
Suponemos que en los años recientes los datos no serán muy diferentes.
En
cuanto a otros impuestos como el IVA, también el porcentaje del total
recaudado por la contribución de la población extranjera es menor en
relación a su población. La respuesta es sencilla. Primero, salarios
bajos son consumo bajo y, segundo, en muchos casos consumen lo mínimo en
España porque lo que les interesa es enviar el máximo dinero posible a
sus países de origen. En concreto, sólo del año 2006 al 2010 (en plena
crisis) se han esfumado de España en forma de remesas 37.800 millones de
euros. Si en vez de inmigrantes esos trabajos hubieran sido ocupados
por trabajadores nacionales ese dinero no se hubiera ido fuera.
La inmigración masiva sólo ha servido para perpetuar un modelo económico tercermundista de bajos salarios y trabajo precario creando una burbuja inmobiliaria que ha hecho ultra-millonarios a unos pocos y nos ha endeudado y arruinado a todos los demás.
En
resumen, apenas el 28% de los inmigrantes cotizan a la seguridad social
y poco más del 17% hace la declaración de la renta (en la actualidad
seguramente este porcentaje es incluso menor), pero el 100% tiene
derecho a prestaciones sociales de todo tipo. En estas condiciones ¿nos
van a pagar las pensiones los inmigrantes? Difícilmente, primero porque
son un porcentaje muy bajo de los cotizantes, segundo porque cotizan muy
poco y tercero porque ellos mismos no tienen ninguna intención de
hacerlo. Lógicamente, los únicos ancianos que les importan a los
inmigrantes son sus padres y sus abuelos que están en sus países de
origen. Los ancianos españoles les tienen sin cuidado. Y si se nos
responde que hay mujeres inmigrantes que cuidan a ancianos españoles es
simplemente porque cobran por hacerlo y porque, al igual que en otros
casos, al cobrar menos han desplazado a las cuidadoras españolas.
¿Crece
la economía gracias a los inmigrantes, como nos han repetido millones
de veces socialistas y liberales? También difícilmente, si la economía
crece “gracias a los inmigrantes” ¿por qué no crece ahora?¿acaso los
inmigrantes no siguen estando aquí? Pues porque la inmigración no tenía
nada que ver. El crecimiento se produjo por una burbuja inmobiliaria
basada en el crédito fácil y en el endeudamiento privado masivo. Y ni
siquiera eso, ya que el crecimiento era en cifras absolutas, pero en la
cifra que realmente cuenta, es decir, el crecimiento del PIB por persona
respecto al resto de la UE, hemos bajado. Por no hablar de que los
salarios reales han bajado casi un 6% desde que empezó la entrada masiva
de inmigrantes. La inmigración fue una consecuencia del crecimiento, no
una causa. Y cuando reventó la burbuja, todo se hundió. Aparte del
continuo insulto y desprecio de socialistas y liberales hacia los
trabajadores españoles, como si éstos no se hubieran estado levantando a
las siete y a las seis de la mañana todos los días para trabajar. Pero
nada, para todos, políticos, periodistas, economistas…la economía crecía
gracias a los inmigrantes que trabajaban donde esos españoles vagos no
querían.
¿Y ahora qué? La
inmigración masiva ha sido un desastre. En un momento en el que la
economía española necesitaba reconvertirse hacia otro modelo basado en
mayor productividad, mayor tecnología y mayores salarios, la inmigración
masiva supuso un freno para conseguir este objetivo, ya que la
presencia de mano de obra abundante y barata no dio a los empresarios ni
a los políticos los incentivos para llevar a cabo ese cambio de modelo.
La inmigración masiva ha perpetuado un modelo de economía
tercermundista que nos va a mantener en crisis durante mucho tiempo si
no actuamos. Y aún peor, ese brutal aumento de la población supuso la
obligación de construir infinidad de nuevas infraestructuras (más
colegios, más institutos, más hospitales, más cárceles, más viviendas de
protección oficial, más de todo) y contratar más empleados públicos
para una población adicional de siete millones de personas. Y ahora nos
encontramos con que no hay dinero para pagar todo eso.
Por
todo eso, hay que devolver a sus países de origen como mínimo a dos o
tres millones de extranjeros (empezando por ilegales y parados). La
consecuencia será una inmediata bajada del paro, una subida de los
salarios, menos carga para las cuentas públicas y forzar a los poderes
públicos a que inicien el necesario cambio de modelo productivo.
No
sólo en la economía, en otros aspectos la inmigración masiva ha sido un
desastre: aumento de la delincuencia, aparición de fenómenos
inexistentes en España como las bandas latinas, el vudú, la ablación del
clítoris y el integrismo islámico, así como de enfermedades ya
erradicadas, aumento de los malos tratos (casi la mitad de los cuales
son protagonizados por extranjeros, datos ocultado sistemáticamente por
la prensa) aumento del número de abortos, precariedad laboral,
destrucción aún mayor de nuestro sistema educativo y lo peor de todo,
confiar nuestra demografía a la inmigración. Si le cerramos las puertas a
la inmigración, los políticos se verán obligados a ayudar a los jóvenes
españoles para que tengan más hijos.
Por todo esto, la inmigración masiva e ilegal, ha sido, y sigue siendo, un auténtico desastre nacional en España.
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